El año pasado no lo celebré por el coronavirus, así como tampoco mi boda (la cual he pospuesto en tres ocasiones), así que este año he decidido que ya tocaba sembrar alegría.
Concibo mi cumpleaños como una forma de compartir amor con los que me rodean, y sembrar alegría entre ellos.
Este año me parece más importante que nunca mantener ese espíritu vivo, por eso, he rescatado unos cuantos regalos que había preparado para la boda, y los voy a repartir a modo de gymkana, entre los asistentes, tanto grandes como pequeños, porque de una forma u otra, a todo el mundo le gusta jugar y disfrutar, simplemente unos necesitan un empujón mayor que otros, y los juegos que nos gustan son diferentes, según nuestra personalidad y el momento de nuestra vida en el que nos encontremos.
Por eso el regalar juegos a mis invitados me está gustando como experiencia, me está haciendo pensar en cada uno de ellos para conseguir sacarle una sonrisa mañana.
Si a eso le unimos cumplir todas las medidas para la prevención de contagios, reconozco que me está suponiendo un reto, pero ya lo estoy acabando de perfilar y me está haciendo tanta ilusión que tengo ganas de que sea ya mañana y poder disfrutar de sus caras.
¡¡¡ESPERO QUE CON ESTE RELATO OS HAYA DESPERTADO UN POCO DE ESAS GANAS DE JUGAR!!!